Hay que defender la unidad de España contra todo separatismo o disgregación. Las regiones que forman el territorio nacional no pueden ser consideradas países, por mucho que se empeñen los nacionalistas, los socialistas y demás partidos de izquierdas, como hemos visto en las últimas elecciones gallegas. Vascongadas, Cataluña, Galicia, e incluso Andalucía intentan imponer el término de país o nación sin que el Estado haga nada para remediarlo.
Los partidos nacionalistas tienen la llave del poder en sus regiones, y a ZP no le incomoda el tener que bajarse los pantalones ante ellos para gobernar. A ZP no le importa ni España ni los españoles, sólo mantenerse en el poder para que no esté la derecha. ZP no tiene un plan determinado de actuación a favor de España, pero si uno en contra de ella.
Tanto ZP como los separatistas ignoran u olvidan la realidad de España. Desconocen que España es, sobre todo, una gran unidad de destino.
Los separatistas se fijan en si hablan lengua propia, en si tienen características raciales propias, en si su comarca presenta clima propio o especial fisonomía topográfica. Pero, habrá que repetirlo siempre, una nación no es solo una lengua, una raza, un territorio. Es una unidad de destino en lo universal. Esa unidad de destino se llamó y se llama España.
Bajo el signo de España cumplieron su destino los pueblos que la integran. Nada puede justificar que esa magnífica unidad creadora de un mundo se rompa.
¿Cómo puede ZP ser presidente del gobierno de España si está permitiendo la disgregación del Estado?