sábado, abril 12, 2008

LA BANDERA DE ESPAÑA CON EL ÁGUILA DE SAN JUAN



Actualmente se tiene verdadera fobia a cuanto representa la genuina España y los auténticos valores de la civilización occidental y cristiana y, por tanto, una de las cosas que más se persigue es la Bandera de España con el escudo del Águila de San Juan. El águila es el animal que representa al evangelista Juan, el predilecto de Jesús, y en nuestro escudo significa la fidelidad de España a la Religión Católica, su vocación Imperial y su opción por los altos valores espirituales y contra el materialismo mundano.

En el artículo 4 de la Constitución se especifica como deben ser la forma y los colores de la Bandera de España, pero no dice nada del escudo, por lo que no existen escudos constitucionales ni tampoco "pre" o "anticonstitucionales". En este mismo artículo, se indica:

"Los Estatutos podrán reconocer Bandera y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Éstas se utilizarán junto a la Bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales."

Por lo que se ve, éste párrafo hoy en día no existe, pues la Bandera de nuestra Patria es humillada y apartada sin miramientos del lugar de honor que le corresponde, sin que nadie diga nada. En cambio este sistema político que padecemos persigue cuanto se relaciona con el anterior escudo de España, calificándolo de "anti" o "pre” constitucional, sin tener en cuenta que era legal y vigente mientras la Constitución se redactaba y figura encima del preámbulo y en todas las páginas del ejemplar manuscrito de la Constitución de 1978, firmada por SM el Rey Juan Carlos I, y por los diputados que lo aprobaron, para ser sometida a Referéndum, y que se conserva y expone en una urna de cristal en el Congreso de los Diputados.

El cambio de escudo fue propuesto en las Cortés por Solana, el hermano del de la OTAN, apoyado por el monárquico Satrústegui. Para más inri, Amando de Miguel dijo que el lema "Una, Grande y Libre" era "fascista". De este modo el actual escudo se oficializó por el Real Decreto 2964/1981 del 18 de diciembre y la Ley 33/1981 de 5 de octubre, que regula su implantación, por lo tanto tres años después de entrar en vigor la Constitución. Se me ocurre que a este escudo entonces se le tiene que llamar post-constitucional, independientemente de que no signifique ni represente nada de nada.

El escudo del Águila de San Juan, lo quieran o no ciertos personajillos, fue el Escudo de España desde el 2 de febrero de 1938 hasta el 5 de octubre de 1981 y su persecución esconde junto a una buena dosis de ignorancia, complejos de la "derecha liberal" y odio de la "izquierda marxista" que no perdona su derrota y que intenta destruir, con esfuerzos talibanes y furia iconoclasta, como está demostrando últimamente, todos los símbolos que recuerden el régimen del 18 de julio, reafirmando con este comportamiento su odio irracional, su ignorancia y su incultura.

El águila se encuentra siempre presente en los momentos estelares de la Historia de España. Está presente en la heráldica de los Reyes Católicos (fue un privilegio papal), del Emperador Carlos (la bicéfala) e hierática (no imperial sino "pasmada") en el escudo nacional del Régimen político surgido de la Cruzada de Liberación. Dicho escudo será en esa época un remedo del escudo de los Reyes Católicos, que diseñó el Cardenal Cisneros y que fue recreado por Dionisio Ridruejo por encargo del propio Generalísimo Franco.

Nuestros gobernantes tienen la desfachatez de ir en contra de la Bandera de España con el escudo del Águila de San Juan y decir que insta a la violencia y en cambio permiten la exhibición pública de banderas y símbolos separatistas, como son las que añaden una estrella de cinco puntas, casi siempre roja, a las banderas de autonomías y ayuntamientos, o de verdad anticonstitucionales como, evidentemente sí es, la tricolor republicana. Además en nombre de muchas de esas banderas legalizadas hoy en día se ha asesinado a muchos españoles.

Esta excesiva tolerancia de banderas y símbolos que van contra la Unidad de la Patria se debe a la falta de conciencia nacional, a la mentalidad apátrida y aldeana de los que mueven los hilos del Estado. Es lógico que, por eso, odien el escudo del Águila de San Juan que evoca la Unidad entre las tierras de España. Su significado es antagónico a lo que hoy vivimos con la llegada de la constitución y el Estado de las Autonomías, pues se parte a España en varios pedazos en donde se fomenta el separatismo y el odio antiespañol. Por esto no se soporta ningún símbolo que evoque una España de Unidad, de Grandeza, de Orden, de Verdadera Libertad, de Justicia Social. Estamos en una época en la que se defiende una España laicista, fruto de un pacto social, como quería Rousseau, una España falta de valores sustantivos y entregada al capitalismo mundialista.

Quieren cambiar el concepto de Nación y de Patria y la representación del Águila de San Juan no es acorde con estas pretensiones y, por desgracia, su significado no tiene nada que ver con lo que estamos viviendo en la actualidad en, como decía Vizcaíno Casas "este país antes llamado España".


Quizás es que la España de hoy, tristemente, no se merece ostentarlo.

30 comentarios:

Militos dijo...

Precioso, certero y eficaz regreso.
¡Felicidades!

Tanhäuser dijo...

Cuando se "fusila" un texto, es de buena educación citar la fuente y el autor:
http://boards5.melodysoft.com/app?ID=fila0&msg=1266&DOC=41
La conducta contraria se denomina plagio.
Rectifique, por favor.

Dejando a un lado este hecho, quiero desearle toda la felicidad del mundo en esta etapa que inicia.

Feliz regreso y buenos días.

Anónimo dijo...

Bienvenido de nuevo.

Legionarius dijo...

Tannhaüser, haz el favor de pinchar el enlace que le he puesto al título y verás lo equivocado de tu comentario.

Un saludo español

braincrapped dijo...

¿Qué esperar de un país lleno de ignorantes?

P.D. Lo que ha pasado en la anterior legislatura va a ser una coña comparada con esta.

Joan dijo...

Si te lees la constitución , verás que España es un estado aconfesional , por tanto , una bandera que según tú sólo representa catolicismo es anticonstitucional...

Legionarius dijo...

No te voy a responder Joan, no merece la pena con semejante razonamiento.

Un saludo español

Pere dijo...

Yo paso todos los dias por donde hay una estatua del Aguila de San Juan y siempre pienso : que poquito te queda de estar aqui...en cuanto te descubran... zas! al almacen con Franco.

Anónimo dijo...

Hombre, el listillo de Tanjauser que no sabe escribir su apodo...

Anónimo dijo...

Juan, polaquito, no eres mas tonto por que no entrenas...

Legionarius dijo...

Vaya Juan, que calladito lo tenías.

Un saludo español

Joan dijo...

No soy gay , pero preferiría serlo antes que un fascista de mierda .

Un salut català .

Legionarius dijo...

Bueno bueno ... "hombretón", no te pongas así.


Tampoco te voy a responder a lo de "fascista", ya que veo que no sabes su significado al utilizarlo contra mi persona.

Un saludo español

Joan dijo...

Publicas artículos de una página dedicada a Franco , por lo tanto , eres un fascista.

Legionarius dijo...

Has ganado, te lo voy a explicar con pocas palabras.

Fascista=Fascismo=Italia.

¿Te queda claro?

Franquista=Franco=España.

¿Ahora mejor?

De todas formas los que me conocen saben que soy un falangista que reconoce que el General Franco hizo cosas muy buenas por España, que no franquista.

Falangista=F.E.de las J.O.N.S=España.

Un saludo español

Legionarius dijo...

Quico, no entiendo lo que pasa. Te dejo comentarios en tu página que no aparecen. ¿Qué ocurre?

Un saludo español

Draco dijo...

Pásate por aquí.

Joan dijo...

Que sepáis que no sois más españoles por ser franquista . Viva España ! En ningún caso esa falacia de Arriba España

El Paiser dijo...

Legionarius, enhorabuena por tu reciente matrimonio y me alegro de verte otra vez al pie del cañón.

Ah, y sobre la bandera del Aguila de San Juan, no les hagas caso a los trolls...Es pura envidia; es preciosa y eso les revienta. Se consuelan con ese trapajo tricolor descolorido...el cual es mas anticonstitucional, si cabe, que la bonita bandera del águila.

Un saludo antiZZZ

Anónimo dijo...

Legionarius, nos vas a presentar a tu novio. Tiene página web? Saludos y felicidades.

Anónimo dijo...

carallan, ¿nos vas a presentar a tu puta madre?
Es que conocaco una puta que me ha dicho que si hijo es un gilipollas, y la descripción coincide.
Hala, chavalote, más vale águila en mano, que trapo descolorido.
Por cierto, Joan, ¿por qué no "Arriba España"? ¡Ah, claro! Que tú quieres una España subordinada a tu imaginaria nación catalana.
Legionarius, compadezco que tengas que aguantar tanto imbécil.
Nos veremos en las trincheras.

Anónimo dijo...

grandisimo texto,gran explicacion. felicidades y suerte.
y a todos mis hermanos un gran arriba España¡¡

bruja dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
bruja dijo...

La verdad que no entiendo porque quitaron el aguila de san juan,es historia de españa,no tiene nada que ver con el franquismo, el problema es la ignoracia de nosotros mismo que no sabemos nada de la historia de españa.El aguila esta presente en los reyes españoles desde los reyes catolico y fue un privilegio papal,la verdad que cada dia hay mas anti historia en españa, no aprecian nada y solo saben vivir del pasado y no del presente ,algun dia no muy lejano nos daremos cuenta de que no tendremos historia por qu e la habremos borrado,y pese a quien le pese los reyes catolico son historia y franco tambien lo fue,en este pais parece que os de vergueza ser españoles,yo estoy orgullosa de ser española,solo una pregunta os diria sabeis lo que significa facha?sabeis el significado del aguila de san juan?
y por ultimo sabeis la historia de españa???? yo solo se que para lo bueno y para lo malo SOY ESPAÑOLA

bruja dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
bruja dijo...

observar otras razones que no necesariamente entran en la lógica de un análisis racional de este fenómeno. O en palabras del autor nacionalsocialista Wilhelm Stapel: "Dado el carácter elemental del nacionalsocialismo, resulta imposible atacarlo con ‘argumentos’. Los argumentos sólo tendrían efecto si el movimiento se hubiera impuesto con ayuda de argumentos".

Si tomamos el caso de Alemania, la gigantesca acumulación de poder que ostentaba Adolf Hitler no estaba basada sólo en coordenadas políticas dentro del III Reich: la razón principal de este éxito fue el empleo de la violencia psíquica. La propaganda del régimen nacionalsocialista se basaba sobre esta Führerideologie (ideología del jefe). Renunciando a toda argumentación objetiva, los llamamientos de Hitler al pueblo alemán consistían en presentar a las masas solamente "la gran meta final". El tipo de mando autoritario y carismático (retomando el concepto de Max Weber), otra de las características distintivas del fascismo, tiene una estrecha relación con esta situación de presión propagandística basada en el miedo.

El propio símbolo gráfico del fascismo era el de la violencia: el fascino, del latín fasces, haz de varas que según la leyenda histórica tiene origen en el primer cónsul de Roma, Brutus (VI a.c.), quien hizo apalear públicamente a sus hijos y acabarlos a hachazos por haber conspirado contra el Estado. Este instrumento de castigo, inspirador de temor, se convirtió en símbolo del poder en Roma: el haz de varas ligadas con una cuerda alrededor de un hacha. Los lictores, junto al cónsul, portaban este emblema para ejecutar en el acto las sentencias de éste: flagelar, ahorcar o decapitar.

Este símbolo, devenido en símbolo del fascismo, tenía, en comparación con la cruz gamada de Hitler, la desventaja de ser muy complicado y por ello no poder ser dibujado en cualquier parte y por cualquiera, como sucedía con la svástica, las tres flechas socialistas o la cruz.

13. La psicología de masas del fascismo

El estudio de la eficacia psicológica de Hitler sobre las masas debía partir de la idea de que un führer representante de una idea, no podía tener éxito (no un éxito histórico sino esencialmente pasajero) más que si sus conceptos personales, su ideología o su programa se encontraban en armonía con la estructura media de una amplia capa de individuos integrados en la masa. Un führer no puede hacer la historia más que si las estructuras de su personalidad coinciden con las estructuras de amplias capas de la población, vistas desde la perspectiva de la psicología de masas. Dice Domenach: "es innegable que un cierto número de mitos hitlerianos correspondían o bien a una constante del alma germánica, o bien a una situación creada por la derrota, el desempleo y una crisis financiera sin precedentes".

Como todo movimiento reaccionario, el de Hitler se apoyaba en varias capas de la pequeña burguesía. Se caracterizaba a este segmento social mediante la metáfora de un ciclista: "por arriba curva su espalda, por abajo patalea"("Nach oben buckelt er, nach unten tritt er", según lo citaba P. Reiwald). Con esto se quiere explicar un componente psicoétnico del pueblo alemán: la sumisión hacia quienes están encima y la brutalidad para con los de abajo. Había también un componente místico en las clases medias alemanas, que Hitler aprovechó para proclamar que Alemania era la encargada de cambiar el mundo. Esto, sumado a la proliferación de corrientes intelectuales reaccionarias (Gobineau, Wagner, Chamberlain, quienes ponían el acento sobre todo en la cuestión racial, y otros que apelaban al espíritu guerrero del pueblo alemán, magnificando las gestas teutonas) a fines del siglo diecinueve, creó el caldo de cultivo para la proliferación de este tipo de fenómenos.

Hay algo evidente: cuanto más numerosa e influyente en una nación es la clase media, más probable es que haga su entrada en la escena política como fuerza social. Por otra parte, las contradicciones intrínsecas del fascismo no hacen más que reafirmar su base de masas de clase media. Que los intereses subjetivos de estas masas hayan sido aprovechados por Hitler al incluir en su plataforma la lucha contra el gran capital, y que el fascismo, en su función objetiva, se haya convertido en defensor fanático del imperialismo y pilar del orden económico del gran capital, son hechos que llevan a la convergencia en el nacionalsocialismo.

Para comprender la ideología, la situación del pequeño campesino, del funcionario y del comerciante medio hay que tener en cuenta sus matices económicos, pero fundamentalmente su identidad familiar común. Si nos focalizamos en las clases medias urbanas, vemos que la rápida evolución de la economía capitalista en el siglo XIX lleva a la pauperización de los pequeños comerciantes y artesanos. Ante las grandes industrias, que producen más barato y más racionalmente, las pequeñas empresas están destinadas a desaparecer. Esta situación los llevaría tarde o temprano a confundirse con la gris masa del proletariado.

La pequeña burguesía se rebeló, al fin, contra el sistema, encarnado en el "régimen marxista" de la socialdemocracia. Pero dado el carácter competitivo de los estratos medios, fundamentalmente de los funcionarios del estado, no se observa una identificación de la pequeña burguesía con sus pares o con los obreros industriales, un sentimiento de solidaridad, lo que Marx acuñó como "conciencia de clase".

La conciencia social del funcionario no está determinada por el sentimiento de una comunidad de destino con sus colegas, sino por la actitud cara a la autoridad establecida y a la "nación". Para el funcionario esta actitud consiste en una identificación absoluta con el poder estatal; súbditos con respecto a la autoridad, se convierten en los representantes de esa misma autoridad en sus relaciones con sus subordinados y, por este motivo, gozan de una especial protección moral. Esta identificación con la administración del Estado y la nación, que puede resumirse en la fórmula: "Yo soy el Estado", es una realidad psíquica que nos proporciona uno de los mejores ejemplos de una ideología convertida en poder material. Como resultante de su dependencia material, su personalidad se transforma a imagen de la clase dominante. En palabras de W, Leich: "Por tener los ojos perpetuamente clavados en lo alto, el pequeño burgués acaba por cavar una fosa entre su situación económica y su ideología". Esta "mirada clavada en lo alto" es lo que distingue esencialmente a la estructura pequeño burguesa de la del obrero de la industria en Alemania. En otros países, como EEUU, el "aburguesamiento" de los trabajadores de la industria anula esta distinción.

Para penetrar en el mundo obrero, el fascismo propone la supresión de las clases, o sea la supresión del proletariado, recurriendo al sentimiento de vergüenza que sufre el trabajador manual (el desprecio por este tipo de tareas es uno de los elementos reaccionarios más importantes, al llevar a querer imitar al empleado de oficina). Sumémosle a esto que los trabajadores emigrados del campo traen consigo una ideología de familia rural que es el mejor caldo de cultivo para causas imperialistas y nacionalistas. Otro elemento a tener muy en cuenta es la importancia que revisten los pequeños hábitos diarios, hecho sistemáticamente ignorado por el movimiento revolucionario. Lejos de ser costumbres propias de este estrato social, constituían la expresión visible de que se acusaba recibo de la propaganda nacionalsocialista. La represión de la mujer, el vaso de cerveza bebido en familia, el traje "elegante" de los domingos -todos ellos símbolos del adocenamiento que se estaba produciendo-, penetraban en cada rincón de la existencia cotidiana, mientras que el trabajo de la fábrica y los panfletos revolucionarios no actuaban más que durante unas horas.

De este modo, cuando la crisis económica impactó a esta capa social, su sensibilidad revolucionaria estaba embotada producto de decenios de estructuración conservadora. La afirmación comunista de que la política de la socialdemocracia le había abierto las puertas al fascismo era exacta desde el punto de vista de la psicología de masas. Afirma W. Leich que "a falta de organizaciones revolucionarias, decepcionado por la socialdemocracia y angustiado por la contradicción entre su empobrecimiento y el pensamiento conservador, el trabajador se arroja en los brazos del fascismo".

14. La captación de las masas

La manipulación de las masas llevada a cabo por el fascismo parece inconscientemente inspirada en la doctrina de Pavlov y sus reflejos condicionados, leyes que rigen las actividades nerviosas superiores del hombre. La propaganda, considerada por Goebbels como un arma de guerra, constituía el elemento fundamental con el que se atraía nuevos adeptos a la causa del nacionalsocialismo. La actividad propagandística tiene dos funciones primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un grupo reducido de personas y agitar a un gran número de personas mediante un número reducido de ideas. Los que sucumben ante esta estrategia son pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que resulta de una sugestión imperativa como la del régimen hitleriano. El autor soviético Serge Tchakhotine afirmaba que esta porción de la sociedad poseía un sistema nervioso inestable, y que a menudo se sentían contentas al verse dominadas y guiadas.

Entre los factores visuales utilizados para atraer a las masas, se observa el predominio del color rojo (al que se le atribuye una acción fisiológica excitante y es utilizado generalmente por partidos de izquierda o pretendidamente "revolucionarios") y los uniformes militares de colores vistosos. Según palabras de Domenach: "la propaganda toma de la poesía la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso la violencia de las imágenes". Para actuar sobre los sentimientos de amor y alegría, es decir sobre los sentimientos eróticos sublimados, se debían utilizar los bailes públicos, las tonadas populares, desfiles con la presencia de gimnastas o flores.

En el aspecto social, Hitler copió las prácticas de la Iglesia Católica, en las que el incienso, la semioscuridad y las velas encendidas crean un estado especial de receptividad emotiva.

En los mitines, había que tener en cuenta la habilidad de los oradores para alternar lapsos de tensión discursiva con comentarios relajados, manteniendo así a la multitud expectante. Las directivas para la "creación de entusiasmo" en la multitud (arengar a la masa, entonar himnos combativos, acompañar las consignas con movimientos del cuerpo, por ejemplo el puño en alto, lo que constituía la llamada "gimnasia revolucionaria") son en buena parte acústicas; los "tóxicos sonoros", como los llama De Felice. El ritmo y la cadencia de los sonidos van acompañado de un bloqueo de la conciencia, propiciando un estado de naturaleza hipnótica. La música instrumental es el más eficaz de estos tóxicos. En ella, los instrumentos de percusión ocupan el lugar preponderante, ya que son los encargados de llevar el ritmo. El timbre de algunos instrumentos como la trompeta tiene la propiedad de causar una exaltación general.

15. La violencia psíquica

Un rasgo característico de la propaganda hitleriana era crear alrededor del nombre del líder una especie de leyenda de héroe nacional, para mantener a las masas en un estado de esclavitud psíquica. Hitler afirmó en su libro "Mein Kampf" ("Mi lucha") que "la propaganda política es el arte esencial de guiar políticamente a las grandes masas". Y en el congreso de Nuremberg de 1936 exclamó: "la propaganda nos ha llevado hasta el poder, la propaganda nos ha permitido conservar desde entonces el poder; también la propaganda nos concederá la posibilidad de conquistar el mundo".

Si se trata de teorizar acerca del rol de la propaganda en el III Reich, nadie mejor que los propios involucrados. Goebbels decía al respecto que "la propaganda debe tender a simplificar las ideas complicadas". Hitler precisa en su libro (transcripto en su mayor parte por su adláter Rudolf Hess en prisión luego del fallido Putsch de Munich en 1923): "hay que reducir tanto más el nivel intelectual de la propaganda cuanto mayor es la masa de hombres a los que se quiere llegar".

La propaganda hitleriana se valía del sentimiento nacional del pueblo alemán, de su tendencia chauvinista. Otros aspectos de este fenómeno eran la persecución antisemita (encarada con una brutalidad tal desde la propaganda hasta convertirse en su talón de Aquiles en el exterior) y la demagogia social desenfrenada en el orden interno. Uno de los atributos característicos del fascismo, la valoración positiva del uso de la violencia, se refleja en las siguientes palabras de Hitler: "la primera de las condiciones para el éxito consiste únicamente en la aplicación perpetuamente uniforme de la violencia". La "persuasión por la fuerza", campañas propagandísticas cuya base era el miedo, era el denominador común. Rara vez en los discursos del führer dejaba de haber un llamamiento a la violencia, una amenaza velada o una apología de la fuerza militar.

Domenach decía que "el hitlerismo corrompió la concepción leninista de la propaganda e hizo de ella un arma en sí, de la que servirse indiferentemente para todos los objetivos. Las consignas leninistas tenían una base nacional, aunque se adhieran en definitiva a unos instintos y a unos mitos fundamentales. Pero cuando Hitler lanzaba sus invocaciones sobre la raza y la sangre a una muchedumbre fanatizada, que le respondía con sus ‘Sieg Heil ’, sólo le preocupaba sobreexcitar en lo más hondo de ella el deseo de poderío y el odio. Esta propaganda no designa unos objetivos concretos: se vierte en forma de gritos de guerra, de imprecaciones, de amenazas y de vagas profecías, y si hay que hacer promesas, éstas son tan insensatas que sólo pueden llevar al ser humano a un nivel de exaltación en el que éste contesta sin reflexionar".

Otra regla es la de no hablar nunca en condicional. "Sólo la afirmación indicativa o imperativa nutre la psicosis de poderío y la psicosis de terror entre los enemigos. ("Mein Kampf "). Por otro lado, Hitler le asignaba a la unidad de mando el éxito de cualquier propaganda política, ya que, según él, "el fuerte es más fuerte cuando se queda solo". Constantemente en sus discursos se repetía que los nazis eran los vencedores -o que vencerían-, para "provocar la fuerza de sugestión que procede de la confianza en uno mismo". Este precepto está estrechamente ligado a otra característica de la propaganda hitleriana: el empleo de la mentira.

Lo que Hitler comprendió a la perfección -sin conocer la teoría de los reflejos condicionados- en lo que refiere a las condiciones del éxito de su propaganda, fue la regla de su repetición. Dice al respecto: "todo el genio desplegado en la organización de una propaganda no lograría éxito alguno si no se tuviera en cuenta, siempre con el mismo rigor, un principio fundamental: debe limitarse a un número reducido de objetos y repertirlos constantemente. La perseverancia es la primera y más importante condición del éxito". Por esta razón machacaba sin cesar en las masas sus slogans o "divisas-microbio", sus símbolos sonoros y escritos.

16. Goebbels y sus estrategias propagandísticas

Joseph Goebbels -quien paradójicamente había sido criado en una casa de tradición judía al igual que su mujer, Magda- fue quizás el único verdadero intelectual de los altos mandos nazis. A cargo del Ministerio de Propaganda, se convirtió en el principal aliado de Adolf Hitler en su tarea de obnubilar a las masas mediante tácticas maquiavélicas de manipulación de información y control absoluto sobre prensa gráfica, radio, cine, arte, literatura e incluso teatro.

La información acerca de los alemanes era obtenida mayormente de la Sicherheist-Dienst (SD) de la policía secreta. Además, Goebbels dependía de sus propias Oficinas de Propaganda del Reich, de funcionarios alemanes y de contactos con civiles o soldados. Los datos sobre países aliados, neutrales o enemigos eran recopilados a partir de espías, conversaciones telefónicas interceptadas e interrogatorios de prisioneros.

En la línea del centralismo de poder nazi, Goebbels concentraba en su figura la mayor cantidad de funciones posibles dentro de su Ministerio. Esto llevó a roces con titulares de otras carteras (el Ministerio de Asuntos Extranjeros incluso el Ejército).

Un asunto muy importante en estos menesteres era el de la credibilidad: sólo ésta debía determinar si los materiales de la propaganda habrían de ser ciertos o falsos. Para Goebbels lo importante era lo expeditivo y no lo moral. Para mantener la credibilidad, sin embargo, la verdad debía ser utilizada con la mayor frecuencia posible. Por ende, las mentiras eran útiles cuando no podían ser desmentidas.

No se tenía el menor escrúpulo respecto del uso de la censura. "La política de las noticias -aseveró Goebbels- es un arma de guerra; su propósito es el de hacer la guerra y no el de dar información". La política habitual consistía en suprimir materiales considerados indeseables para el público alemán para luego usarlos como propaganda en el exterior si eran apropiados. Por ejemplo, las historias referentes a un supuesto canibalismo de los rusos eran difundidas en países extranjeros, pero no en Alemania para no aterrorizar a los familiares de los soldados.

Un elemento manejado con maestría por parte de Goebbels era la llamada "propaganda negra". Se denominaba así a aquel material cuya fuente quedaba oculta para la audiencia. Se presumía que el hecho de desperdigar rumores para que actuaran por sí solos como propaganda tendría más posibilidades de ser creído si las autoridades alemanas no estaban relacionadas con él. También se utilizaban medidas negras para combatir rumores indeseables dentro del Reich, ya que una desmentida oficial, según Goebbels, no haría más que reforzarlos.

Otra metodología significativa era etiquetar los acontecimientos y las personas con frases y consignas distintas pero fácilmente retenibles. La tarea de Goebbels consistía en vincular los sucesos con los cliché verbales que iban a adquirir un especial significado. Estas denominaciones debían ser utilizadas una y otra vez, pero sólo en las situaciones apropiadas. "Prohibo utilizar la palabra Führer en la prensa -dijo Goebbels- cuando es aplicada a Quinsling, pues no considero justo que se aplique el término Führer a ninguna otra persona que no sea el propio Führer".

Otro de los principios propagandísticos de Goebbels cuya comprensión ayuda a explicar el fenómeno de persecución y exterminio de minorías (judíos, gitanos) era el que rezaba que "la propaganda debe facilitar el desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el odio". En general, la táctica era desplazar la agresividad alemana hacia algún grupo marginal como los antes citados.

Por último, el propio Goebbels reconocía seis situaciones en las que la propaganda era impotente o tenía muy escaso margen de acción:


Impulso básico sexual


Impulso básico del hambre


Intentos de aumentar la producción industrial


Alteración de impulsos religiosos


Ataques aéreos enemigos


Situación militar desfavorable

Fue ante estos acontecimientos -principalmente los dos últimos-, generalizados a lo largo del territorio alemán a partir de 1943, que el régimen nazi comenzó a desmoronarse hasta la capitulación a principios de 1945. Posteriormente, como es sabido, se suicidaron Adolf Hitler, Heinrich Himmler (a cargo de la consolidación de las Schutzsaffel, conocidas como SS, la GESTAPO y la red de campos de concentración) y Joseph Goebbels, quien junto con su esposa envenenó a sus hijos para posteriormente quitarse su propia vida..

Notas finales

A grosso modo, la propaganda hitleriana esta caracterizada principalmente por tres elementos:


Renuncia a las consideraciones morales.


Apelación a la emotividad de las masas.


Empleo de reglas racionales para la formación de reflejos condicionados conformistas en las masas.

Es imprescindible el análisis a fondo de la propaganda fascista y su impacto en las masas para así comprender cómo las masas fueron engañadas, desorientadas y sumidas a influencias psicológicas.

En Alemania, tanto Hitler y Goebbels, las dos personalidades más notorias del movimiento nazi, como sus adláteres (entre los que se destacan Hermann Göering, quien sólo estaba detrás del Führer en la cadena de mando; Hjalmar Schacht, quien manejaba el Reichsbank y la cartera de Economía; Baldur von Schirach, líder del movimiento juvenil nazi; Ernst Roehm, quien formó las Sturmabteilung o SA y fue asesinado durante la llamada "Noche de los Cuchillos Largos" en 1934) son los referentes ineludibles de este fenómeno. Mussolini, por su parte, sólo contaba con un Ciano a su disposición para estos fines, pero fue el inspirador de muchas de las técnicas adoptadas por Hitler durante su estadía en el poder.

Quizás una de las dinámicas inherentes a las técnicas propagandísticas, el bluff en todo momento y lugar, haya sido uno de los factores que contribuyó al derrumbe de esta parafernalia -y luego del propio régimen- al volverse contraproducente en momentos de reveses bélicos e incertidumbre en la población civil.

17. Nazismo en Alemania

La era de la república

Alemania sucumbió al fascismo mucho después que Italia, debido a que las fuerzas del nacionalismo y el militarismo habían pasado por un período de temporario descrédito a raíz de la derrota sufrida por la nación alemana en la primera Guerra Mundial. De 1918 a 1933,Alemania fue una república. La revolución que derrocó al Káiser llevó al poder a una coalición de socialistas, centralistas y demócratas liberales. En 1919, los dirigentes de los tres partidos redactaron la constitución de Weimar. Estipulaba el sufragio universal, el régimen de gobierno ministerial y una Carta de derechos que garantizaba no sólo las libertades de derechos tradicionales, sino el derecho del ciudadano a disponer una ocupación, a recibir una educación y a estar protegido contra los riesgos de la sociedad industrial.

Los reaccionarios y otros extremistas conspiraban infatigablemente contra ella. El caos económico que había sido el amargo saldo de la paz impuesta por los aliados, hubieran minado la confianza popular en cualquier régimen. A todo esto, el pueblo alemán tenía muy poca experiencia en materia del gobierno democrático. La república de Weimar era el fruto de una revolución impuesta por la fuerza a la nación alemana en la hora de la derrota.

Causas determinantes del triunfo del nazismo en Alemania: la derrota en la guerra

Los factores que llevaron al triunfo final del nazismo alemán fueron variados. El primero fue el sentimiento de humillación nacida de la derrota. El pueblo alemán no podía creer que sus invencibles ejércitos hubieran sido vencidos realmente en el campo de batalla. No tardó en crecer y alimentarse la leyenda de que la nación germana había sido arteramente "apuñalada por la espalda" por los socialistas y judíos del gobierno.

La inflación de 1923

El segundo factor entre cuantos condujeron al nacimiento y desarrollo del movimiento nacionalsocialista, fue la rápida inflación de 1923; producto en buena parte de la invasión y ocupación del valle de Ruhr por un ejército francés. Los franceses sostuvieron que los alemanes estaban deliberadamente eludiendo satisfacer el pago de las reparaciones de guerra y que la única manera de obligarlos a cumplir con lo pactado era introducir fuerzas militares en su territorio. Alentados por el propio gobierno, los trabajadores se declararon en huelga. El gobierno alemán trató de apoyarlos emitiendo enormes cantidades de papel moneda. El marco alemán había sido ya desvalorizado a raíz de los pagos por reparaciones de guerra y la continua fuga de las reservas de oro, pero a partir de ese momento el proceso de desvalorización de la moneda se precipitó en un verdadero tobogán. La carrera de desvalorización adquirió una velocidad fantástica, hasta que llegó al fondo del pozo en noviembre de ese año.

Debido a que los agricultores no podían seguir aceptando el marco en pago de sus productos, al gobierno no le quedó otro remedio que emitir un nuevo circulante respaldado con riqueza tangible. Los efectos de esta formidable inflación y el consiguiente repudio del pueblo alemán, fueron desastrosos para ciertas clases. Los miembros de la pequeña burguesía, que obtenían sus ingresos de salarios o rentas fijas, se vieron de la noche a la mañana reducidos a la miseria.

Por otra parte, miles de astutos especuladores medraban a costa de la situación y se hacían ricos rápidamente; en unos casos especulando sobre las fluctuaciones del marco y en otros casos comprando por centavos grandes negocios y saldando el remanente de la deuda con circulante desvalorizado. Algunos eran judíos, pero abundaban también los alemanes de pura raza aria que no vacilaron en hacerse una fortuna por ese medio. Lo cierto es que, la avidez de los especuladores ejerció un desastroso efecto entre los despojados miembros de la pequeña burguesía, acentuando su descontento.

Del militarismo y el terror al bolcheviquismo

Entre otros factores que contribuyeron al nacimiento del nacionalsocialismo cabe el hecho de que Alemania había sido siempre un Estado militar, imbuido de las más profundas tradiciones de orden y disciplina. Las virtudes de subordinación, disciplina y obediencia, características de la vida militar, eran las virtudes cardinales de la moral nacional, caras por ello mismo al alma del pueblo. En consecuencia, muchos patriotas comenzaron a demostrar su preocupación por la irresponsabilidad y el relajamiento que parecían caracterizar al régimen republicano de gobierno.

Otras de las causas concurrentes era el temor general al comunismo. Los marxistas alemanes dieron en llamarse a sí mismos espartaquistas. Luego habrían de adoptar el nombre tradicional de comunistas. En las elecciones presidenciales de 1932, el Partido Comunista Alemán consiguió más de la séptima parte del total de votos escrutados. Tal como sucediera en su momento en Italia, muchos capitalistas y propietarios comenzaron a dar señales de alarma ante el auge de lo que consideraban un inminente peligro de revolución bolchevique y, secretamente, empezaron a apoyar a los nazis.

Los efectos de la depresión

El factor más importante que precipitó el triunfo final del nazismo, fue la gran depresión. Ello resulta del hecho de que el Partido Nacionalsocialista jamás había podido obtener más de 32 bancas en el Reichstag antes de las elecciones de 1930. Después de 1929 consiguió el apoyo de los campesinos, los estudiantes universitarios, de millones de desocupados y de los agricultores; con la esperanza de ver aliviada su situación al borde del colapso.

Todas las profesiones estaban saturadas de graduados con un título abajo del brazo y ninguna perspectiva visible de progreso. Jóvenes que jamás habían conseguido un empleo y que no podían por lo tanto aspirar ni siquiera a las compensaciones gubernamentales por desempleo, fueron fácil presa de las activas promesas de los agitadores nazis. Los más viejos cayeron a su vez, víctimas del juego. La mayoría de la población no se había entregado al nazismo, pero la desesperación general rea tan grande que habría de llevarlos fatalmente a hacharse en brazos del primero que prometiera liberarlos de la confusión y el miedo. Para la mayoría de ellos, la pérdida de libertad política e intelectual era un sacrificio mínimo comparado con los beneficios representados por la prometida seguridad económica.

18. La revolución nazi

La revolución nazi comenzó de una manera al parecer inofensiva. En el verano de 1932, el régimen parlamentario se había desmoronado. Ningún canciller podía conservar el apoyo de la mayoría en el Reichstag, pues los nazis se negaban sistemáticamente a apoyar a cualquier ministerio que no estuviera encabezado por Hitler, y los comunistas, por su parte, eran opuestos a colaborar con los grupos socialistas. En enero de 1933, un grupo de reaccionarios compuestos por industriales, banqueros y junkers presionaron al presidente von Hindenburg para que designara canciller a Hitler.

Estaba dispuesto que sólo habría tres nazis en el gabinete. Pero los auspiciadores del plan no supieron advertir el tremendo renacimiento de los sentimientos nacionalistas que respaldaban el movimiento nazi. Hitler no perdió el tiempo y aprovechó al máximo ésta oportunidad. Procedió a intimidar a sus opositores con todas las armas que poseía, suprimiendo las organizaciones gremiales y tomando enérgicas medidas contra comunistas y socialistas. Persuadió a von Hindenburg para que disolviera el Reichstag y convocara a nuevas elecciones el 5 de marzo.

Los nazis obtuvieron menos de los votos populares necesarios para asegurarse la mayoría, con un porcentaje de apenas 288 bancas sobre el total de 647. Pero, sumando los 52 representantes elegidos por sus aliados, Hitler obtuvo los votos necesarios para que se le acordaran poderes prácticamente ilimitados.

Consolidación del régimen nazi

En el término de pocos mese, otros cambios más drásticos y radicales habrían de sobrevenir. Alemania altamente centralizado a partir de la destrucción del principio republicano federal. Todos los partidos políticos, con excepción del nacionalsocialista, fueron declarados fuera de la ley. El control totalitario se extendió a la prensa, la educación, la actividad cinematográfica y teatral, la radio y muchas ramas del comercio y la industria. Comenzaron a tomarse drásticas medidas contra los judíos, que fueron eliminados de los puestos públicos, privados de su ciudadanía y proscritos de toda actividad teatral y editorial, excluyéndoselos al mismo tiempo de las universidades.

Los radicales del partido se fueron envalentonando, hasta exigir que se prestara más atención a los aspectos "socialistas" del programa nazi. Una facción interna, acaudillada por Ernest Roehm comenzó a criticar la política del gobierno, tildándola de excesivamente conservadora, hecho que movió a Hitler a acusarlo de conspirar para derrocarlo. El resultado fue que Roehm y por lo menos un centenar de sus partidarios fueron asesinados por Hitler, Goering y la policía secreta. Con el correr de los años, todo el régimen pareció desplazarse hacia una orientación cada vez menos radical.

Los elementos de debilidad

El imperio nazi, a pesar de su aparente fortaleza, sería derrotado; ante todo por la formidable coalición que pudo ser organizada en su contra, pero también porque detrás de las apariencias impresionantes escondía importantes elementos de debilidad. En primer lugar, los propios de todo imperio que, llegado un grado de crecimiento, ve aumentar proporcionalmente las dificultades de organización y de represión de las oposiciones que suscita. Agréguese la incapacidad de ganarse la buena voluntad de los aliados y las rivalidades internas entre la SS, la Gestapo, el ejército y los principales dirigentes que rodeaban a Hitler y pugnaban por desplazarse los unos a los otros. Súmese igualmente al carácter di Hitler, personalista, reacio a los asesoramientos y proclive a conducir la política o las operaciones militares dejándose llevar por factores irracionales; su concepción de la guerra relámpago impidió una preparación industrial para grandes plazos y una movilización mejor de sus grandes recursos potenciales. Y el panorama se completa con la resistencia cada vez mayor de las poblaciones sometidas y la organización de movimientos de rebeldía que se transformarían en una verdadera guerra de guerrillas.

El fascismo alemán comparado con el fascismo italiano. El racismo.

En cuanto a su filosofía, puede decirse que el fascismo alemán tenía una manifiesta afinidad con su congénere italiano. Ambos movimientos eran esencialmente colectivistas, autoritarios, nacionalistas, militaristas y románticos por definición (en el sentido de su antiintelectualismo). Pero mediaban, no obstante, algunas diferencias manifiestas. El fascismo italiano nunca tuvo una base racial. Si bien es cierto que después de la formación del eje Roma–Berlín, Mussolini promulgó algunos decretos antisemitas, la mayoría de ellos parecen no haber sido cumplidos al pie de la letra. Por el contrario, el nacionalismo hizo del factor racial el pilar central de su teoría, argumentando que la raza aria tenía en los nórdicos sus más perfectos exponentes, era la única en todo el género humano que había hecho contribuciones realmente significativas al progreso de la humanidad. Sostenían además, que las grandes obras y las cualidades intelectuales de un pueblo eran fatalmente determinadas por la sangre. Deducían de ello que ninguna ciencia, literatura i música judía podrían representar jamás a la verdadera nación alemana. Pero la verdadera razón por la que los nazis persiguieron a los judíos parece radicar en el hecho de necesitar imperiosamente una víctima propiciatoria sobre cuyas espaldas descargar la responsabilidad de los graves problemas que afligían a la nación.

Otra de las diferencias entre el fascismo alemán e italiano, reside en el hecho de no haber sido plenamente desarrollado en Alemania el Estado en su forma corporativa. Por supuesto, una y otra forma de fascismo implicaban por igual la abolición del derecho de huelga y el absoluto sometimiento de las actividades económicas al control político, pero en Alemania no existía ninguna forma de representación directa de los intereses económicos en las altas esferas del gobierno. Los miembros del Reichstag siguieron siendo elegidos por el sistema de distritos geográficos y el Estado conservó su carácter exclusivamente político. Finalmente, puede decirse que el nacionalsocialismo era mucho más vehemente y fanático que el fascismo italiano.

El gobierno del Tercer Reich

A pesar de los profundos cambios teóricos del nuevo régimen, se permitió que perduraran muchas de las formas tradicionales del antiguo régimen. Técnicamente, la nación seguía siendo una república. Hitler añadió inmediatamente a la autoridad que ya poseía como canciller, la de presidente, y con el consentimiento de la nación, manifestado a través de un plebiscito, adoptó el título de Fuehrer und Reichskanzler (líder y canciller del Reich). El parlamento alemán fue también conservado, aunque pasó a ser un cuerpo unicameral reducido exclusivamente al Reichstag.

Complejidad de los fundamentos de la importancia histórica del fascismo

La importancia histórica del fascismo en cualquiera de sus dos manifestaciones, italiana o alemana, sigue siendo un tema de controversia que divide a los estudiosos de la historia moderna. Algunos argumentan que sólo se trató de un movimiento de entronización de la fuerza por parte de los grandes capitalistas empeñados en rescatar el derrumbe a su agonizante sistema. Pero ni el fascismo de Mussolini ni el nacionalsocialismo alemán mostraron en sus comienzos ninguna inclinación por proteger los interese de los monopolios. El propósito que los animaba era diametralmente opuesto; aunque no debemos olvidar que la toma del poder en ambos casos dependía en alguna medida del apoyo de los terratenientes y capitanes de la industria. Otra de las interpretaciones de fascismo pretende explicarlo como una reacción de los deudores contra sus acreedores.

Otros historiadores del movimiento lo interpretan como una rebelión contra el comunismo. Lo más probable es que el fascismo haya sido una combinación de todos esos factores y de otros que no figuran en la lista. Se podría decir que era un producto del orgullo nacional y de una demanda de fuerza y eficacia para solucionar los problemas de una sociedad caótica, indescriptiblemente complicada por la segunda revolución industrial y por la desilusión y el colapso económico que sucedieron al estallido de la primera Guerra Mundial.

19. Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial

Las víctimas

El número de muertos (según las cifras más aceptadas) llegó a 50 millones. A esta pavorosa cifra hay que sumar las perturbaciones de los prisioneros, las secuelas de los campos de concentración, la desorganización familiar, el hambre y le esfuerzo de adaptación de los soldados vueltos a ala vida civil.

La destrucción

Desaparecieron ciudades, vías férreas, carreteras, puentes y plantas industriales, así como se afectaron los campos más fértiles.

Los vencidos:

Alemania debió aceptar la rendición incondicional y los aliados dividieron su territorio en cuatro zonas de ocupación (norteamericana, inglesa, francesa y soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona rusa, también fue dividida en cuatro zonas de ocupación. El tratado de paz firmado entre los E.E.U.U. y algunos de sus aliados con el Japón, no fue suscrito por la U.R.S.S.

Alemania sufrió el desmantelamiento de su aparato industrial.

Los cambios territoriales

Austria y Checoslovaquia recuperaron su autonomía. La frontera polaca siguió la línea del Order-Neisse; en consecuencia, Alemania perdió la Prusia Oriental y los territorios ubicados al este de dicha línea. Los aliados de Alemania (Bulgaria, Hungría, Rumania y Finlandia) firmaron tratados de paz con los aliados, imponiéndose las condiciones dictadas por los soviéticos que ocupaban esos países.

Italia perdió su imperio colonial; Trieste fue entregada a una comisión internacional, en tanto que l Venecia Julia pasó a manos de Yugoslavia. Japón perdió sus conquistas. China recuperó Formosa, y la U.R.S.S., Salajín. Los E.E.U.U., por su parte, ocuparon posiciones estratégicas en el Pacífico, y Corea quedó ocupada por fuerzas norteamericanas y soviéticas.

Los cambios políticos

Europa perdió el poder global que conservaba de la guerra. Nació una "bipolaridad" del poder encarnado por dos superpotencias: E.E.U.U. y U.R.S.S. Algunas monarquías cedieron paso a regímenes republicanos: tales los casos de Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania y Bulgaria. El "mundo comunista" extendió su influencia sobre Europa Oriental y los Balcanes. Se planteó un nuevo conflicto ideológico: por un lado los cumistas y, por otro, las democracias occidentales. Nació la "era nuclear" y, paulatinamente, fue imponiéndose un nuevo "equilibrio del terror".

La Naciones Unidas: un instrumento creado para servir la paz internacional

Las divergencias y los diferentes puntos de vista entre las naciones no impidieron buscar una fórmula de compromiso que analizara las relaciones entre los países.

Cuando culminaba la guerra (ya próximas a ser derrotadas las potencias del Eje), los aliados determinaron integrar un organismo internacional para afianzar la paz y la colaboración entre las naciones.

Esta nueva organización venía a reemplazar a la malograda Sociedad de las Naciones, surgida luego de la Primera Guerra Mundial. Las bases de esta entidad internacional se elaboraron en la Conferencia realizada en Dumbrton Oaks (E.E.U.U.) entre agosto y octubre de 1944 con la presencia de delegados de los E.E.U.U., la U.R.S.S., Francia, Gran Bretaña y China.

La carta de la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) fue redactada en San Francisco, por los representantes de 50 naciones, entre abril y junio de 1945. La constitución oficial se produjo al firmarse la Carta, el 24 de octubre del mismo año.

Estas naciones comenzaron un gigantesco esfuerzo, primero defensivo, luego ofensivo, que no terminaría hasta el día de la victoria.

El tono de la vida política de 1942-1945 se hizo distinto:


Hubo tregua entre los grandes partidos y se formaron gobiernos de unidad nacional en los que la responsabilidad era compartida por mayorías y minorías.


Los partidos comunistas de Occidente cambiaron de actitud, no sólo con respecto a la guerra –a la que hasta 1941 habían considerado imperialista- sino con respecto a la lucha de clases, que fue postergada por el objetivo primordial de vencer al nazismo.


El antifascismo se convirtió en la gran consigna de la hora. El anticomunismo, que había tenido hasta entonces considerable influencia en la vida política de Occidente, quedó eclipsado por una corriente de simpatía hacia la resistencia de la URSS frente a la invasión nazi.


En los tres grandes Estados se produjo, de hecho, una gran concentración de poder en manos de los principales estadistas del momento: Roosvlet, Churchill, Stalin.


El régimen soviético, con respecto a cuya solidez interna se habían planteado tantas dudas en el momento de la invasión alemana, dio un rotundo mentís a aquellas especulaciones con la unidad y determinación mostradas en el rechazo del invasor.


Los grupos dirigentes de preguerra se eclipsaron en muchos países, dando paso a elementos más eficaces y dinámicos; de los movimientos de resistencia surgió una corriente de renovación de la vida política.


Tanto en los documentos públicos como en las manifestaciones de los estadistas surge la promesa de un mundo de futuro distinto, con cambios políticos, sociales y económicos profundos. Estos propósitos fueron enunciados por primera vez en un documento internacional en la Carta del Atlántico (Roosvelt-Churchill, el 14 de abril de 1941). Se proclamaba en ella el respeto por el derecho de autodeterminación de los pueblos, el deseo de que existan en el futuro "normas mejoradas de trabajo, desarrollo económico y seguridad social", y la confianza de que "después de la destrucción final de la tiranía nazi…los hombres puedan vivir libres de temor y la necesidad". Los documentos posteriores reafirmaron y desarrollaron estos principios con la adhesión de loa otros Estados de la coalición. Y los movimientos populares, particularmente los de resistencia, los proclamaron como objetivos primordiales de la guerra junto a la derrota del nazismo.

Propósitos fundamentales de la O.N.U


Mantener la paz y la seguridad internacional.


Fomentar relaciones amistosas entra las naciones y la solidaridad internacional.


Promover la cooperación internacional para la resolución de problemas de orden económico, social y cultural.

La Guerra Fría: tensión entre las potencias

La derrota del totalitarismo nazi-facista no garantizó las buenas relaciones entre las potencias vencedoras. Los enfrentamientos ideológicos, mantenidos latentes entre los "tres grandes" durante la guerra, afloraron apenas ésta terminó. El año 1947 se señala como el de la iniciación de la "guerra fría", expresión usada para definir la tensión entre los bloques opositores (la U.R.S.S. y las llamadas "democracias populares" frente a las democracias occidentales). Ambos bloques iniciaron una carrera armamentista que llegó al borde de a "guerra caliente", mediante un espionaje internacional organizado, permanentes reclamos diplomáticos, y una eficiente propaganda.

La "Doctrina Truman"

Muerto el presidente Roosevelt, quien mantuvo una política de concesiones frente a la U.R.S.S., las relaciones ruso-norteamericanas fueron variando. Truman replanteó la política de su país: para ello, tuvo en cuenta los exitosos avances soviéticos sobre Europa Oriental y Central y en ciertas regiones de Asia, que perturbaban peligrosamente el equilibrio del poder. En consecuencia, la "doctrina Truman" buscó reforzar una política de contención de la influencia soviética.

El bloqueo de Berlín

Un episodio culminante de la "guerra fría" tuvo lugar en la ciudad de Berlín, situada dentro de la zona soviética; pero ocupada por norteamericanos, rusos, franceses y británicos. De hecho, esta ocupación se agrupó en dos sectores: el occidental (norteamericano, británico y francés) y el oriental (soviético). Las diferencias culminaron cuando los rusos retiraron su delegado ante el Estado Mayor Aliado y dispusieron el bloqueo de la ciudad hacia Berlín Occidental (23 de junio de 1948). Cerrados todos los accesos, los aliados se vieron obligados a instrumentar un "puente aéreo", que permitió el abastecimiento de la ciudad y, con el cual, se eludió el bloqueo. La situación se tornó muy tensa hasta el 12 de mayo de 1949, fecha en que los rusos levantaron el bloqueo.

El mundo al borde de otra guerra

En Cuba triunfó una revolución encabezada por Fidel Castro contra el dictador Fulgencio Batista (1956). En 1961, el líder cubano proclamó la República Socialista y se adhirió al marxismo-leninismo. La asistencia económica, técnica y militar de la U.R.S.S. fue, cada vez, más efectiva.

En 1962, ante la evidencia de la instalación de misiles atómicos (de origen soviético) en aquella nación antillada, los E.E.U.U., a través de su presidente John F. Kennedy, exigieron el retiro del armamento. Tras angustiosas tratativas, que colocaron al mundo al borde de una nueva guerra, los rusos se vieron forzados a desmantelar su aparato bélico.

El "Plan Marshall": la asistencia económica norteamericana

Finalizada la guerra, los países europeos presentaban un cuadro económico ruinoso que amenazaba provocar serios conflictos sociales. Ante la presunción de que tales perturbaciones pudieran ser aprovechadas por el comunismo, los E.E.U.U. estudiaron la posibilidad de efectivizar un crédito para sus aliados.

En 1947, el Secretario de Estado norteamericano, general George Marshall, presentó un proyecto de ayuda económica al cual se le adhirieron 16 países europeos.

Anónimo dijo...

Sabia explicación,no se ha metido con nadie y solo a explicado la historia y el mal concepto que se tiene de tan bella bandera y tan bello escudo.

Un Saludo y Arriba España.

Anónimo dijo...

Buenisisimas noches a todo el mundo. Lo que ocurre en esta amada tierra mia ESPAÑA, es que existe mucha ignorancia, pues hay algo que no se puede borrar y es la historia, nos guste mas o menos. El aguila no es de Franco ni mucho menos, él solo la utilizo como utilizo Hitler simbolos que no eran suyos, pero los ignorantes lo olvidan, por cierto, a quien comparan a Hitler con Franco, gente de izquierda, les duele cuando les digo que Hitler era Socialista por mucho que les duela, pero es la verdad, no tienen nada que ver. HItler no era militar como si lo era Franco. Estamos olvidando nuestra rica historia y solo eso. Hay incultos que cuando hablan por ejemplo del famoso Alarde de San Marcial, hablan como de la defensa de Euskadi y nada mas lejos de la realidad, por mucho que les duela a esos ignorantes el general San Marcial defendio a España de la invasion de los franceses, en fin esa es mi corto parecer, naci Español, sigo ofreciendo mi vida a mi Patria y no dudare como no lo he dudado en reiteradas ocasiones en mi vida en ofrecer el mayor de los sacrificios en pos de mi ESPAÑA, luego que cada cual sienta lo que quiera, pero la verdad al igual que la historia no se puede cambiar. Buenas noches desde el sur del sur

Anónimo dijo...

El verdadero escudo de España sera siempre el del aguila de san juan , por antiguedad y por heraldica además este descafeinado escudo actual lleva flores de lis francesas totalmente foraneas , además el propio rey tiene en su escudo el yugo y las flechas RESTITUCIÓN DEL ESCUDO NACIONAL YA

Anónimo dijo...

me gustaria que la bandera de franco se pusiera en España otra vez por ese escudo es lo que representa España para todos los españoles